"L´escriptor es aquell a qui escriure li resulta més difícil que a la resta de persones". Thomas Mann.

"La terra de ma terra és pols del meu camí
que a mon dolor s’aferra i mai no fuig de mi." Bernat Artola.



dimecres, 28 de desembre del 2011

Crónica de una maratón. Por "Filípides" JULIO.


Al loro con la colaboración del compañero y amigo JULIO LORAS CAMPOS, nos hace una crónica de su maratón, una experiencia que marca. Aquí queda reflejado su virtuosismo a la hora de correr y a la de narrar su hazaña, porque escribe como corre, con cabeza y sobre todo con el corazón. Encima es detallista al nombrarme. Enhorabuena escrita, la verbal ya te la di. Sin más, la cuidada prosa atlética de Julio:

Suena el despertador. Son solo las seis y cuarto, pero ya lo estaba esperando desde hace unos diez minutos. No es que haya dormido mal, pues la tila que me tomé anoche me ha hecho descansar, pero mi particular reloj interno ya me había abierto los ojos. Me levanto y voy directo a la ducha para activar el cuerpo. Me encuentro bastante bien. Aunque no tenga hambre debo comer algo, pues solo faltan dos horas y media para que empiece mi primer maratón, y a las nueve los músculos deben estar cargados de energía y el estómago vacío. Voy a la cocina y pongo la radio, que nuevamente informa de la crisis que sigue azotando este año dos mil once. Exprimo unas naranjas y bebo un vaso de zumo, luego como un plátano y una tostada con aceite y azúcar. Son alimentos a los que estoy acostumbrado, más vale no hacer experimentos de última hora.

A las ocho he quedado con José Luis, amigo desde la infancia. Todavía falta una hora, así que decido vestirme y bajo a callejear un rato. La mañana es buena, con una temperatura más agradable de lo habitual para un domingo a mediados de diciembre. Al rato subo a casa para ir directamente al baño, el paseo ha hecho su función. Me preparo ya. Pantalón, camiseta, calcetines, zapatillas,… todo en su sitio. Me quedan diez minutos hasta las ocho, así que me siento e intento concentrarme y mentalizarme para lo que me espera.

No puedo despedirme de mis hijos, Miguel y María, que todavía no se han despertado, pero Ana, mi mujer, me desea suerte con un beso, y vuelvo a la calle. Veo a José Luis, puntual como debe ser. Nos vamos a buscar al común amigo Paco, que también puntual se pasea por la acera de su calle. Ya estamos los tres. Comentamos cómo han ido los últimos días, cómo están los nervios, el partido de anoche entre Madrid-Barça, y pienso en lo contento que estará Juanjo, amigo y compañero de trabajo, con la victoria del equipo blaugrana, su equipo del alma junto al C.D.Castellón. Charlando, charlando, llegamos al puente de la UJI. Mucha gente, mucho ambiente,… muchos nervios. Ahora ya están las mariposas revoloteando por el estómago. Ya las conozco, son las mismas que despiertan en cada carrera, en cada actuación con mi Rondalla Tombatossals poco antes de subir al escenario la noche de “La Festa de la Rosa”.

Por fin oímos el disparo de salida y antes de darse uno cuenta ya estás corriendo, pasando por encima de la alfombra azul que, aliada con el chip, grabará el minuto exacto en que la pisas. Los comentarios son todos parecidos: “¡Buena carrera, ahora a disfrutar!”. Atrás quedan los madrugones, los tres meses de preparación, los sesenta o setenta kilómetros por semana, las agujetas y el cansancio. Todo ello con un único fin: la locura de correr cuarenta y dos kilómetros para llegar a ninguna parte. Casi dos mil quinientos chalados pisamos la misma alfombra, y aunque ninguno sepamos muy bien qué nos mueve a hacerlo seguro que cada uno de nosotros tenemos un motivo.

Cuando pasamos por el kilómetro uno alguien dice: “¡Ya ha caído uno, solo faltan cuarenta y uno!”. Buen humor que anima a los demás. Otro compañero aconseja: “No subáis a los bordillos, todo esfuerzo inútil lo recordaremos luego”. Sin duda este corredor no es el primer maratón al que se enfrenta y sabe de qué habla. Yo no digo gran cosa, aparte de no ser demasiado hablador, tengo miedo a que me haga falta el aliento dentro de un par de horas.

Van pasando los kilómetros y, dejando atrás el centro de la ciudad, nos dirigimos hacia el Grao. Vamos siguiendo a la liebre con el cartel de las tres horas y media. En el grupo en el que voy nos preguntamos si tal vez iremos demasiado deprisa. Sobre todo me lo pregunto yo, pues soy novato en el maratón y temo qué pueda pasar dentro de un rato, pero el cuerpo todavía responde y cuesta controlarse cuando te encuentras bien.

Van pasando los minutos y ya estamos de vuelta. Llegando a Castellón nos cruzamos con los primeros corredores de carrera, que nos aventajan ya casi una docena de kilómetros. Pero eso es otra historia, nosotros a lo nuestro, a nuestra carrera. Nos dirigimos ya hacia la Plaza María Agustina y llegamos a mitad de carrera. Las calles de la ciudad se visten con los colores de las bebidas isotónicas que los cientos de voluntarios de la organización nos ofrecen y que tiramos a mitad de beber. El no poder guardarlas nos produce cierto reparo a los que ya hace cuarenta y tantos años que nacimos y que, aun sin penurias, nos criamos con la enseñanza de no desperdiciar nada.

“¡Animo, ya falta menos!” es lo que decimos, aunque sabemos que todavía queda lo más duro. Las piernas ya empiezan a pesar, y en los kilómetros que hacemos por el centro, casi sin darte cuenta de por dónde pasas debido al cansancio y a la concentración, se agradece el apoyo del público que ha salido a la calle viendo la estupenda mañana que hace.

Vamos saliendo ya otra vez del centro hacia la Ronda Este, y en ella, a medida que van cayendo los kilómetros treinta y tantos, el cansancio hace mella. Casi no se oye nada, ya no podemos hablar, sólo los expertos voluntarios que nos siguen se atreven a gritar: “Animo, ahora es cuando empieza el verdadero maratón”. Y tienen razón, lo que queda acabará destrozando a más de uno. No en vano hay quien piensa que el maratón es una carrera de diez kilómetros y no de cuarenta y dos como nos hacen creer.

Logro derrumbar el temido muro del que había oído hablar, que sin piedad se levanta ante cualquier maratoniano y, aunque el cartel de tiempo al que seguíamos se iba escapando del grupo, consigo reponerme. Ya falta poco, y cuando llegamos nuevamente a La Farola todo cambia. El calor del numeroso público que se agolpa en los últimos metros hace sentir ese dulce dolor del final a tu cuerpo. Ya se ve el arco de meta entre los árboles del Paseo Ribalta, y en ese instante, aunque desde fuera te ven casi arrastrándote a ras del suelo, a uno casi le parece que empieza a volar, y te preguntas si será verdad que ya termina. No te lo acabas de creer, pero cuando pisas la alfombra azul por última vez, grabando tu chip tres horas y casi treinta y cinco minutos, levantas los brazos porque has ganado tu propia carrera, aunque el primero haya llegado hace casi una hora y media. Es entonces cuando un voluntario te pone una toalla en la espalda y te paras, dándote cuenta de que sí, de que todo ha terminado.

Ahora toca refrescarse con hielo en las piernas y cerveza fresca, comer un trozo de pizza, buscar a otros compañeros de carrera para ver cómo les ha ido, y sobre todo buscar a la familia: a María, a Miguel y a Ana, para recibir sus felicitaciones y poder agradecerles su apoyo durante estos meses.

Algunos más frescos, otros bastante derrumbados, todos doloridos y todas las mentes pensando en los cuarenta y dos kilómetros que hemos dejado atrás. Y por increíble que parezca, como si hubiésemos oído un peculiar “Maratón Vitol”, muchos de nosotros ya estamos haciendo planes para el próximo maratón de Castellón.




Línea de meta:

El dibujo de Filípides sustituye la foto del héroe local. Como pillemos una la publicamos. De todas formas aquí se respeta la voluntad de cada quien. Aún no hemos visto los cuernos de Atunero y costó el careto de Hoangho; Gillan és menys discret.
Demane més que mai els vostres comentaris, sé que molts sou seguidors de l´atletisme.

5 comentaris:

  1. Me encantaría tener esa fuerza de voluntad, y poder correr, pero tengo un problema, y es que me canso ...
    Enhorabuena al campeón.

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  2. Enhorabona Julio! Molt bons apunts de la teua experiència, si bé és cert que la satisfacció d'acabar un repte aixina no és pot descriure en paraules. Crec que només la gent que corre percebrà la totalitat de detalls i sensacions.. A seguir..

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  3. La meua felicitació a tots els maratonians de Castelló i del món en general. Jo vaig intentar inscriure-m'hi però no em van deixar, deien que arramblaria tota la beguda i el menjar dels avituallaments. L'any que ve ho intentaré una altra vegada.

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  4. Opinió d´un anònim corredor:
    "Classica cronica de corredor popular que finalitza una marato, ben estructurada i emotiva...enhorabona al campio"

    D´acord, és emotiva, estructurada i ... amb dignes figures literàries ... oximoron inclós!! je,je.

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  5. Muy buena crónica. Llevo un año pensando en si hacerla o no, pero creo que debería decidir ya si quiero hacer la 3ª... Cuando pasen los exámenes decidiré. (opinió d´un forer albinegre 100%)

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